Álbum: Luna sobre el valle Independiente (2009) |
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Créditos | |
Arreglos: Ylich Orsini y Benjamín Brea
Voz y rallo: Hely Orsini Voz, cuatro, bajo, programación de ritmos: Ylich Orsini Saxo alto: Benjamín Brea y Anibal Escobar Trompeta: Andrés "Tapón" Romero Trombón: Joél Martínez Teclados: Justo Morao, Eddie Cisneros y Emigdio Suárez Acordeón: Hermides "Taty" Manzano Bajo: Alvin Cordaro y Chapis Lasca Batería: Arnaldo Sánchez y Darío Adames Percusión: Javier Vásquez Güira: Enrique Espinoza Coros: Hely, Ylich, Arnaldo, Vadim Lasca y Giovanninna Orsini Grabado en Estudios Tarareo (Caracas), Erpicot (Caracas) y Audiovisión (Bogotá) Técnicos de grabación: Charles Arapé, Rubén Sáez, Ylich Orsini y Camilo Silva. Mezcla: Ylich Orsini Producción: Ylich Orsini Asistente de producción: Hely Orsini Diseño y diagramación: Mariale Fleitas Ilustración: BAF Fotografías principales: Irene Marín |
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Texto general | |
Cerca de 1920, Caracas comenzó a experimentar el fenómeno de las grandes urbes: la migración de habitantes del resto del país. La llegada a la ciudad trajo consigo el desarraigo y la necesidad de estos migradores de buscar nuevos lenguajes musicales que recompensaran la ausencia de sus tradiciones locales. Así se empiezan a mezclar la música de la ciudad con los ritmos de la costa, la música de los llanos, los andes, oriente y otras regiones del país.
Así nace la voz de la naciente metrópolis; la voz de un país que se dió cita en la capital; la voz de Caracas. Y es al mismo tiempo la voz de toda Venezuela, porque está impregnada de todos sus rincones. La música cañonera es centro de encuentro de lo propio y de lo ajeno, pues nace en los tiempos de la pianola, de los inicios del cine, de la radio y de los discos, y se llena de todos ellos. Es esta música fiel testigo e intérprete de la ciudad. Nace de sus entrañas y se afianza en las tradiciones capitalinas, convirtiéndose en elemento distintivo y genuino de Caracas. Los Cañoneros, hoy, seguimos esta ruta. Nos alimentamos de esa tradición y seguimos llenándola de la Caracas actual, de sus influencias musicales. Es la misma música de la época del Coche de Isidoro, en tiempos del Metro; la misma de la ciudad de los techos rojos, en tiempos de la ciudad de concreto; la misma que ayer pintaban sobre lienzos y hoy se convierte en imagen digital. La sensación y alegría que nos produce un merengue, un joropo, un pasodoble caraqueño, son el estímulo a continuar en esta labor, lo que nos lleva a reinterpretarlos y a buscar más profundo en nuestras raíces. Lo disfrutamos y creemos en esto porque es sabroso, alegre, sirve para bailar, habla de nosotros, es parte de nuestra historia, es parte de lo que somos... y de lo que queremos ser. Ylich Orsini |
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Agradecimientos y/o dedicatorias | |
Este disco está dedicado al grupo
Los Antaños de Estadium por haber sabido ser fieles cultores y defensores de la caraqueñidad y la música de nuestra ciudad. Homenaje que se queda corto ante la constancia y empeño de mucho más de 50 años. Para elllos nuestro profundo respeto y admiración. Agradecimientos A Nikol y Enrique Espinoza, por su apoyo de siempre. A José Alfonso Quiñones, por ser pana, por su insistencia y la paciencia. A Álvaro "Cuchillo" Durán, por el impulso de tantas veces y por Carmen. Al compadre Gilberto Morejón, por haber reaparecido y por sus gestiones... A Luis Ángel "El Papa" Pastor, por su apoyo incondicional. A Yoli, Luz Ángela y toda la familia Betancourt, en Venezuela y en Colombia. A Chapis, por seguir ahí, de alguna manera. A Dalia Hernández y Gabriela González, por su aporte y ayuda en wayuunaiki. A cada uno de los participantes en este disco (invitados e integrantes), que han hecho posible lograr el sonido que queráamos: Aníbal, Emigdio, Tati, Darío, Enrique, Eddie, Chapis, Alvin, Benjamín, Tapón, Joél, Arnaldo, Javier, Justo, Vadim, Giova, Culebra, Albany, Rey. Por muchas otras razones, a Amparo Peña de Blanco, Morelia González, Cristina Rivas y Germán Castañeda. Y muy especialmente a toda la familia (verdaderos y asimilados) que, como siempre, han servido de soporte a este proyecto. A Guillermo Valentiner y todos los amigos de Laboratorios Vargas. |
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